La educación se entiende como un proceso por el cual el ser humano aprende diversas materias inherentes a él. Por medio de ésta se va configurando nuestra conducta sobre cómo actuar en una sociedad, puesto que es un proceso socializador que ayuda al ser humano a insertarse de forma efectiva. Desde la lactancia se crean vínculos sociales con quien les rodea y continuamente está en un proceso de educación pasando previamente por las escuelas, que es el tema a tratar principalmente. Éstas conforman un papel fundamental en la educación y, los responsables de esto, son los maestros que deben tener una preparación que realmente escasea en la sociedad porque no se les valora lo suficiente como para que se especialicen.
Se tiene mucha hipocresía y se opina mucho sobre cosas ajenas que no se entienden ni se saben, y esto provoca en muchos maestros el abandono de la enseñanza primaria porque educar no es tarea fácil y, educar bien, lo es aún más. Todo el mundo quiere para sus hijos algo mejor que lo que tuvieron y en la educación no van a ser menos; pero no quieran una mejor educación para sus hijos cuando los educadores no han recibido una buena educación previa. Y aun así, siempre se esmeran más teniendo a alguien a cargo.
Como ya se ha dicho, la educación es de vital importancia ya que determina de alguna forma el desarrollo de la sociedad en la que se vive. Tanto es así, que la figura del docente cobra mucha fuerza en esto, pero desgraciadamente, se dice que ‘Quienes asumen que los maestros son algo así como fracasados, deberían concluir entonces que la sociedad democrática en que vivimos también es un fracaso’ (Savater, 1997), esto quiere decir que se le otorga al docente el fracaso escolar y no tendría que ser en parte de esta forma, ya que el problema nace, no de el docente en sí, sino de mucho más arriba. Se ha perdido la dedicación directa al alumnado, el hacerlos pensar y construir sus propios pensamientos; ahora todo consiste en reproducir como un papagayo, en clases magistrales que no implican al alumno a colaborar en la materia, a acomodarse y no pensar.
Por otro lado, los docentes tienen que mantener la esperanza, ilusión, optimismo a la hora de enseñar. Se dice que ‘Educar es creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad innata de aprender y en el deseo de saber que la anima, en que hay cosas (símbolos, técnicas, valores, memorias, hechos…) que pueden ser sabidos y que merecen serlo, en que los hombres podemos mejorarnos unos a otros a través del conocimiento’ (Savater, 1997), y tanto es así que aquellos maestros que no tengan ese anhelo por conseguir una educación adecuada y ese optimismo necesario para poder conseguirlo, no serán buenos maestros por no tener agallas para no dejarse llevar por el sistema burocrático que está presente en la sociedad, y por no querer romper con las ideas anteriormente dichas de comodidad, clases magistrales, desatención del alumnado, etc.
Aquellos docentes que no tengan el valor de enseñar algo tan valioso como la educación, deberían dedicarse a otras cosas ya que son responsables de algo muy importante como son las vidas humanas. La competencia, el ansia de dinero, el egoísmo hacen que muchos abandonen estos puestos para dedicarse a una educación superior por el simple hecho de embolsarse más dinero que lo que ganaba anteriormente, por el egoísmo de ser cómodos y llegar a una clase, soltar el discurso y no atender a preguntas, etc.
Sabiendo la necesidad de la educación y el porqué debemos enseñar, se tiene que tener en cuenta qué enseñar a los alumnos. Por un lado, se habla de una educación en el ámbito familiar y una educación en el ámbito escolar que se complementan y tienen la misma importancia tanto la una como la otra. Antiguamente se entendía que ‘El pedagogo era un educador y su tarea se consideraba de primordial interés, mientras que el maestro era un simple instructor y su papel estaba valorado como secundario’ (Savater, 1997). En el ámbito familiar se enseñaban unos valores determinados como el respeto, la tolerancia, tratar con educación a los mayores, etc.; y el ámbito escolar se dedicaba a la transmisión de conocimientos. Pero en nuestros días, las funciones que antes ocupaba la familia, se están confiando a las escuelas y es un acontecimiento perjudicial y negativo ya que, en primer lugar, el alumno se convierte en pasivo a la espera de recibir algo y en segundo lugar, porque los padres le dan la responsabilidad tanto de educarlos como de instruirlos. Este hecho, lo que hace es que no se esfuerce la sociedad en una buena educación para desarrollarse íntegramente y en un buen camino a seguir.
Por lo tanto, la educación estaba basada a través del conocimiento, pero tampoco se entiende una instrucción sin unos principios básicos. Y ambas se deben complementar para estar acorde y vivir en la sociedad de forma eficaz.
En cuanto a la metodología que se debería enseñar es la de experimentación, la de las vivencias, que el niño descubra, toque, sienta, etc. Se dice que ‘Lo importante es enseñar a aprender’ (Savater, 1997), y esto es fundamental para el desarrollo íntegro. Los maestros deben evitar que el niño sepa las cosas porque así se lo han contado y no por eso se lo tienen que creer, sino que, lo debería de saber porque lo ha podido comprobar con sus propios ojos o porque lo ha vivido. De esa manera se puede decir que se ha aprendido porque se ha comprendido en primera persona.
‘Una de las principales tareas de la enseñanza siempre ha sido por tanto promover modelos de excelencia y pautas de reconocimiento que sirvan de apoyo a la autoestima de los individuos’ (Savater, 1997). Lo realmente importante para una persona, ya no desde el punto de vista del alumno, sino desde el punto de vista de persona, no es otra cosa que sentirse bien, capaz, integrado con el grupo. Los maestros y las escuelas deben formar un núcleo de desarrollo cognitivo y un núcleo básico de la personalidad, así como promover modelos de autoestima, de excelencia y de reconocimiento que sirvan de apoyo para el amor propio de los individuos. Se busca el desarrollo de la propia personalidad del alumno desde el punto de vista social, aparte evidentemente del desarrollo cognitivo del alumno. Por otro lado los maestros tienen la función de encaminar las vidas de sus alumnos, alejarlos de la mala vida como coloquialmente se dice y que está muy presente en la sociedad bien sea por robos, drogas, violencia de género, etc. Educarlos desde un punto de vista donde el proceso es lo importante y no el fin en sí mismo es lo más adecuado.
En conclusión, la enseñanza no es algo a lo que haya de dejar de lado. Debe dedicársele tiempo y valor, estar orgulloso de la profesión ya que es una labor verdaderamente importante. Este oficio debería valorarse como se merece por muchos padres que lo critican y, sin embargo, son tan hipócritas que dejan a la escuela la responsabilidad de instruirlos para desentenderse. Y lo más importante, promover la autoestima ya que son personas ante todo.